Belén Gil
Muchas veces no sabemos que hacer para cenar…llegamos cansados, y acabamos comiendo cualquier cosa (normalmente «poco acertada» y bastante calórica). Bueno, pues para empezar a organizarnos la nevera y tener siempre a mano cosas un poco más «decentes», hoy os proponemos esta crema de calabacín, de la que podéis hacer un litro, guardarla en una botella de vidrio e ir sacando de la nevera según os convenga. Es un entrante ligero, que entona el cuerpo y combina genial con un segundo plato de proteína como una tortilla o unos filetes de pechuga de pavo a la plancha.
El ingrediente principal es el calabacín, al que le añadiremos cebolla o puerro, según os guste más. Son ingredientes fáciles de digerir, ligeramente diuréticos y cargados de vitaminas… Una vez acabada, la enriqueceremos con un poco de queso Parmesano reggiano, que nos aportará un plus de calcio de alta biodisponibilidad.
Ingredientes
(para cuatro raciones)
- 2 calabacines grandes
- 1/4 de cebolla o bien la parte blanca de un puerro mediano
- agua
- sal
- pimienta negra
- aceite de oliva virgen extra
- parmesano reggiano en polvo o escamas
Preparación
Troceamos el cuarto de cebolla o el puerro y lo doramos con un chorrito de aceite de oliva virgen extra en la misma cazuela en la que herviremos el calabacín.
Pelamos los calabacines (también podeís usarlos con la piel) y los cortamos, los añadimos a la cazuela del sofrito y los cubrimos con agua. Dependiendo de la cantidad de agua que añadáis, os quedará más o menos espesa. Tener en cuenta que el calabacín es en su mayoría agua, así que no hará falta añadir mucha… Los llevamos a ebullición, y los dejaremos 20 minutos a fuego lento.
Una vez transcurridos los 20 minutos, retiramos del fuego, salamos al gusto y los trituramos hasta que nos quede una crema bien fina. Si habéis añadido puerro, al usar solo la parte blanca, no os quedarán hebras y no será necesario pasar la crema por un colador chino.
Para servirla, le añadiremos el queso por encima, y lo espolvorearemos con pimienta negra recién molida.
La podéis servir caliente, tibia o bien fría, dependiendo de la estación.
Lo ideal es hacer bastante cantidad y guardarla en la nevera, en una botella de vidrio, ya que conserva bien toda una semana.